El Ayuntamiento de Igualada ejecuta actualmente la segunda y definitiva fase de restauración del antiguo Fuerte de Sant Magí, situado entre la calle de Carme Verdaguer y la calle de la Salud, en el barrio del Poble Sec, compartiendo espacio con una torre octogonal de ladrillo, que se levantó posteriormente. Después de que en la primera fase se restauró propiamente el edificio histórico, ahora los trabajos se centran en la recuperación de su entorno, con la voluntad de hacerlo visitable y abrirlo a la ciudadanía.
Las tareas que ahora se ejecutan, que suponen una inversión de unos 90.000 euros incluyen el derribo de los antiguos almacenes de la compañía de aguas y el levantamiento de los caminos pavimentados existentes. También se retirarán los numerosos guijarros que hay en el terreno, para posteriormente reutilizarlos en un nuevo pozo de drenaje en el edificio del fortín. Se establecerán nuevos caminos, en este caso de arena, y se plantará nueva vegetación de diferentes variedades, dotada del correspondiente sistema de riego. También se ubicará nuevo mobiliario urbano -bancos, papeleras y baranes-, se instalará nueva iluminación, se adecuarán los muros perimetrales del jardín y se arreglarán convenientemente los accesos desde el exterior.
La finalización de estos trabajos se prevé para el mes de mayo. La voluntad del gobierno municipal es que, para garantizar una óptima conservación, este nuevo espacio se abre sólo en momentos puntuales para acoger actos culturales o iniciativas vecinales y, progresivamente, se evaluará la posibilidad de ampliar sus horarios de apertura.
Una edificación histórica
El Fuerte de Sant Magí es una construcción defensiva levantada en 1.837, durante la primera Guerra Carlista, en el mismo punto del Pla de Sant Magí que anteriormente había ocupado una capilla dedicada a este santo. Se construyó utilizando precisamente las piedras de la antigua capilla y prácticamente al mismo tiempo que la torre levantada en el Monte del Pi de Santa Margarida de Montbui. Consta de una planta cuadrangular con dos pisos y cuenta con aspilleras de ladrillo y piedra que permitían disparar desde su interior.
El año pasado, con una inversión de 50.000 euros y el apoyo de la Diputación de Barcelona, el Ayuntamiento ya consolidó el edificio, devolviéndolo a su aspecto original, eliminando todos los elementos que se habían añadido en épocas posteriores. En el interior se han instalado escaleras y unas pasarelas metálicas en el primer piso, que permiten al visitante recorrer íntegramente y disfrutar de las vistas privilegiadas sobre la mitad Sur de la ciudad y la Cuenca de Òdena. En la planta baja se prevé añadir también paneles explicativos e imágenes históricas para recordar su origen.